Por: Enrique Soldevilla
Las medidas de mayor calado económico emprendidas por el gobierno cubano hasta la fecha de este artículo tienen lugar en la agricultura y se expresan en la entrega en usufructo a las cooperativas, y a los campesinos particulares, de las tierras ociosas que soliciten. Para ello fue autorizada la libre venta de instrumentos de labranza, como parte de la reforma agrícola en curso.
En un segundo plano se han dado pasos en el servicio de transporte, al autorizar la ocupación de taxistas a propietarios de vehículos particulares; fue anunciada la creación de cooperativas en los salones de belleza y barberías, que hasta ayer constituían un lastre económico para el Estado. Estas actividades se suman a las de artesanos y trabajadores por cuenta propia que pagan licencia e impuestos por desempeñar legalmente sus respectivas funciones.
Los otros permisos otorgados a la población en general se refieren a la permisión a los nacionales de hospedarse en los hoteles, disponer de servicio de telefonía celular y comprar computadoras.
Fueron eliminados los preceptos del igualitarismo y del techo salarial, se produjo un incremento de las pensiones de hasta un 20%, se autorizó el regreso de maestros jubilados a las aulas y se permitió el multiempleo. Asimismo, el gobierno legalizó las operaciones de cambio de sexo.
Todo este proceso ha ocurrido en un lapso aproximado de cuatro años, lo que revela un ritmo demasiado lento y una secuencia desmedidamente espaciada, aun si se tiene en cuenta la profunda crisis de la economía cubana.
El artículo de Leonardo Padura, titulado “Cuba: algo más que una aspirina” (Kaosenlared.net, 12 de abril del 2010) describe con claridad las contradicciones entre las expectativas del pueblo y las acciones gubernamentales realizadas hasta ahora. No debe olvidarse que fueron recogidas cerca de un millón doscientas mil opiniones, a diferentes niveles de la sociedad cubana, con vistas a emprender transformaciones estructurales y eliminar prohibiciones absurdas.
La crisis económica no debiera servir de pretexto para diferir las transformaciones prometidas. Por el contrario, ofrece la oportunidad de iniciarlas con celeridad, enfocándolas como conjuntos vertebrados y no como parches de emergencia. Un parche pudiera ser lo del permiso a las barberías si esa disposición no es insertada en un sistema que articule otras que definan dónde esos peluqueros y demás trabajadores no estatales comprarán lícitamente los insumos necesarios para sus labores; si en tanto persona jurídica o natural un empresario no estatal puede acceder a microcréditos, etc.
Por ahora, mientras se analizan las transformaciones, un pelado pudiera llegar a costar diez pesos.
Una transformación estructural, en el caso cubano, pudiera empezar una reforma abarcadora que, de manera simultánea:
1-Incremente los salarios.
2-Unifique la moneda y, en consecuencia, el mercado.
3-Autorice el trabajo por cuenta propia en un amplio rango de actividades.
4-Inicie el desarrollo de la banca corporativa estatal para asistir a ese empresariado que, lejos de representar una amenaza, contribuiría a la eficiencia económica del país.
5-Oferte las capacidades ya creadas en zonas francas para que las empresas productoras o comerciales extranjeras operen desde ellas hacia el mercado interno cubano, con incentivos fiscales durante los cinco primeros años de su asentamiento. En esos almacenes pueden adquirir sus insumos los diferentes actores económicos nacionales, sean estatales o no, en la moneda única nacional y a la tasa cambiaria del momento. Dada la crisis de liquidez en divisas por la que ahora atraviesa Cuba, esta autorización haría viable a muy corto plazo la puesta en marcha de las medidas mencionadas.
6-Autorice la libre compraventa de viviendas y la venta de terrenos ociosos, no agrícolas, para la construcción de viviendas. Fomentar el crédito para las nuevas edificaciones y para la reparación de las existentes.
7-Articule un sistema tributario inteligente, que no desestimule la actividad económica en general.
8-Una vez autorizados los puntos anteriores eliminar los subsidios estatales, pues no se trata de “darle” a la gente, sino de crearle un marco jurídico-económico que facilite el despliegue del capital humano formado dentro del proceso cubano.
9-Elimine los permisos migratorios y toda la carga financiera que de ellos se derivan, pues de la misma manera que el Estado no puede soportar la carga de los subsidios a la población, ésta tampoco puede soportar la del Estado en esas disposiciones arbitrarias.
Este paquete de modificaciones posibles en la economía es un asunto de política doméstica que no debe vincularse al diferendo con los Estados Unidos. Permitiría la generación de empleos útiles y sentaría con pragmatismo las bases de una continuidad, porque restituiría la esperanza a las familias cubanas que han servido de pilares, durante medio siglo, a una revolución que hace tres años les prometió cambios que no acaba de emprender.
15/4/10
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