Bajo el título "Palabras que duelen en la vida cotidiana de Cuba" la periodista Dixie Edith, de la publicación digital CIMAC, que trata asuntos de género, nos entrega esta interesante y a la vez preocupante nota sociológica, reveladora de un fenómeno que únicamente puede controlarse trabajando intensivamente a escala de la familia, centros docentes, comunidad inmediata e iglesias para lograr un cambio de actitud que modifique esas conductas. Tal vez sirva de algo incorporar al currículo escolar la asignatura "Convivencia ciudadana", que incluya aspectos básicos de moral y cívica y temas de ecología y desarrollo humano. Las manifestaciones verbales vulgares son un reflejo de la actitud y se deslizan de la mente a la lengua.
La Habana, Cuba, 7 julio 08 (CIMAC/SEMlac).- Insultos, gritos, palabras soeces, frases que descalifican al otro, respuestas agresivas ante un choque accidental en plena calle son manifestaciones de violencia cada vez más comunes en la vida cotidiana de la isla.
Consideradas como variantes de la llamada "violencia psicológica", diversas investigaciones las sitúan entre las más comunes formas de maltrato familiar en Cuba.
Estudios de las Casas de Orientación de la Mujer y la Familia, de la Federación de Mujeres Cubanas incluyen dentro de esta clasificación: negación de cariño o violación de los espacios individuales de la niñez y personas de la tercera edad.
En los últimos tiempos, intelectuales, especialistas de diversos campos, e incluso medios audiovisuales cubanos, han manifestado preocupación por la proliferación de esas manifestaciones violentas, sobre todo en espacios sociales.
Entre mayo y junio pasados, con especialistas invitados en el estudio al menos dos programas en horarios estelares de la televisión --Diálogo Abierto y Sitio del Arte-- dedicaron su espacio para analizar el fenómeno. Y el diario Juventud Rebelde realizó una investigación en dos partes, a inicios de año, sobre la pérdida de educación formal entre adolescentes y jóvenes.
En línea con las reflexiones del periódico, María Josefa Ramos, profesora de Español y Literatura de secundaria básica ya jubilada contó a SEMlac que en los últimos años de su ejercicio docente le costaba más calmar los ánimos entre sus alumnas y alumnos, que conseguir comprensión para los contenidos de su materia.
"En el grupo gustaban mis clases. Incluso lograba un nivel de lectura bastante alto de las obras literarias que estudiábamos, pero me sentía impotente a la hora de mantenerlos tranquilos. Sólo con una mínima provocación, ya empezaban a agredirse con palabras desagradables e insultos muy crueles", relató Ramos, quien ejercía en el municipio de Arroyo Naranjo, en la capital.
Laura Zulueta, estudiante de octavo grado del también capitalino municipio del Cerro, coincidió con la profesora: "Basta que choques sin querer con alguien y ya te están respondiendo en mala forma; es muy raro el día que una de esas discusiones no termina en golpes a la salida de la escuela".
Al respecto, el periodista y escritor Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura y director de la revista La Siempreviva, señaló que le preocupa "la violencia verbal que va desde lo procaz de lo que se dice, a la forma en que se dice y la imposición del grito, que es una forma de violencia que genera otra violencia".
En su intervención en el último Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el pasado abril, rememoró que tuvo la suerte de trabajar con Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, dos intelectuales cubanos ya fallecidos.
"Ambos tenían una misma preocupación, la pérdida acelerada de la educación formal, la pérdida acelerada del léxico y la pérdida acelerada del respeto, del respeto a los valores, a las categorías, a las edades", indicó González.
DETERIORO DEL LENGUAJE
La problemática no es privativa de Cuba y viene evolucionando desde hace algunos años. Ya a fines de la pasada centuria, un informe conjunto de la oficina del Defensor del Pueblo, en España y UNICEF, refería que esos tipos de violencia afectaban a la mitad del alumnado de secundaria en ese país.
"El 30 por ciento de estos escolares españoles ha sido víctima o sufrido violencia: 'Idiota, hijo de..., subnormal, foca...' son calificativos bastante frecuentes", certificó el informe publicado en 1999.
El asunto alcanzó tal magnitud en la península ibérica que, durante los días 5, 6 y 7 de noviembre de este año, se celebrará en la Facultad de Filología Hispánica de la Universidad de Sevilla un Congreso Internacional sobre (des)cortesía, agresividad y violencia verbal en español.
La principal finalidad de este evento es "constituir un punto de partida para el desarrollo de la investigación sobre estrategias (des)corteses que empleamos en nuestra comunicación, con especial incidencia en aquellas que pueden generar un estado o situación de violencia", refiere la convocatoria publicada en Internet.
La preocupación en España por el deterioro del lenguaje es compartida por expertos y expertas cubanas.
"El lenguaje se ha vulgarizado de una manera atroz y esa es una pérdida que me parece más grave que los problemas de pronunciación o de otro tipo", suele advertir la lingüista cubana Luisa Campuzano, ganadora del Premio Nacional de la Latinidad-2003.
Esta vulgarización "es un empobrecimiento tremendo del léxico, rebajarlo de una manera soez, vergonzosa en muchos casos", que se ha instaurado "dentro de la lengua coloquial y dentro de la lengua que se habla en los espacios públicos", añadió la especialista, quien además coordina el programa de estudios de género en Casa de las Américas.
Reynaldo González cree "sin dramatizar mucho, que ya tocamos fondo… La agresividad que se respira explota, es una agresividad que se siembra en la psiquis individual y también colectiva", precisó.
AGRESIÓN VERBAL
A la profesora Ramos lo que más le preocupa, sin embargo, es el efecto que puede producir entre adolescentes y jóvenes.
"Los ataques verbales no parecen dejar una marca visible, pero según mi experiencia de 40 años dando clases, a la larga deterioran la autoestima y dañan la salud. En muchas ocasiones, no es posible darse cuenta de que ha ocurrido un ataque y la víctima termina acusándose a sí misma por sentirse mal y sin poder defenderse", explicó.
La doctora en Sociología Clotilde Proveyer Cervantes, profesora de la Universidad de La Habana, advirtió a SEMlac sobre la estrecha relación entre estas manifestaciones de violencia social y la violencia en el espacio más íntimo de la familia.
"Si la familia educa en la violencia, esas personas, en el ámbito extra doméstico proyectarán luego una relación violenta porque aprendieron a dirimir los conflictos, a imponer sus criterios y a relacionarse, de una manera violenta", explicó Proveyer, quien pertenece, además, al Grupo Nacional para la atención y prevención de la violencia familiar.
Y también ocurre a la inversa.
"Cuando en la escuela, en los medios de comunicación, en otras instituciones de socialización se promueve una comunicación soez, violenta, con un mensaje que enaltece la falta de respeto, la agresión verbal entre las personas, eso se refleja, a su vez, en la familia", concluyó la estudiosa.
"Las canciones de moda suelen ser violentas, las series televisivas para jóvenes enseñan comportamientos violentos, ¿cómo se espera, entonces, que reaccionen nuestros muchachos?", se preguntó Ramos.
"Muchas veces los autores de producciones audiovisuales se justifican diciendo que el público demanda violencia", reflexionó con SEMlac hace unos meses Julio César González Pagés, también profesor de la Universidad de La Habana y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades.
Para el escritor y periodista Reynaldo González, la alarma está encendida.
"Es preocupante y no sé cómo podemos nosotros ayudar a que esto comience a limarse, sé que se depende de la escuela, se depende de los medios masivos, se depende del espacio donde está la recreación", alertó en su intervención en el Congreso de la UNEAC.
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