1- Diccionario de mitos y leyendas de Cuba
La Habana.- La mayor de Las Antillas cuenta con una nueva propuesta de carácter histórico-cultural con la presentación de un diccionario dedicado a los mitos y leyendas en la isla.
El texto recoge cerca de 700 de esos acontecimientos y forma parte de un proyecto premiado con la Beca de Investigación Sociocultural del Instituto de Investigaciones Culturales Juan Marinello.
Con este paso, indicaron especialistas, se contribuye a salvaguardar la memoria colectiva, ante la cada vez mayor manipulación mundial de los medios masivos de comunicación. La diversidad está dada en el libro mediante los diferentes enfoques de cada término, en virtud de sugerir creativas imágenes con base en las historias transmitidas de generación en generación.
La iniciativa forma parte de los esfuerzos de diversas instituciones culturales del país a favor del rescate y preservación de aquellos elementos que forman parte de la nacionalidad cubana.
Cortesía de DTC News
2- Cerebro adentro
Por: Enrique Echeverría G. , de Elcomercio.com
“Las computadoras espían el cerebro”, es el título de este Diario, informando sobre el Congreso de Neurociencias desarrollado en el Hospital Metropolitano (14–16-noviembre-07), en donde disertaron los especialistas doctores Wiliam Anders, estadounidense; Carlos Barzallo y Eduardo Arízaga, ecuatorianos.
Los científicos actuales auscultan el cerebro humano con propósitos altruistas: buscar cura para enfermedades terribles como Parkinson, Alzeimer, epilepsia, autismo y otras.
Pensar que nuestro cerebro aloja millones de neuronas con actividad eléctrica y se comunican entre sí; que el neurólogo no alcanza por él solo a realizar su investigación, ya que necesita simulaciones, lo cual es posible con la ayuda de supercomputadoras, como una con 8 000 procesadores, que hoy ya existen. Esto deja al profano asombrado y perplejo.
Pero no siempre fue así. En otros tiempos, científicos al servicio de infames dictaduras buscaron métodos para controlar la mente humana, pero no para curar enfermedades sino para investigar y controlar al enemigo, obtener información; o, lo que es peor, crear asesinos robot que, una vez cumplida su espantosa tarea, ni siquiera guardaban recuerdo de lo que habían cometido. Lo hicieron los miembros de la CIA; los de la KGB soviética; algunos científicos alemanes de los servicios secretos (SS), en la era de Adolfo Hitler.
La CIA buscó no solamente el llamado “suero de la verdad” utilizando el alucinógeno LSD (ácido lisérgico), sino crear asesinos. Las investigaciones sospechan que este tipo de robot sería Sirvan, quien consumó el asesinato de Robert Kennedy; James Earl Ray, autor de la muerte de Martín Luther King; Marc David Chappman, asesino de John Lennon.
Hay quien incluye en esta categoría de “programado” a Lee Harvey Oswald, presunto asesino del presidente John F. Kennedy; y a Jack Ruby, el sicario que 24 horas después acabó con la vida de Oswald, a decir del periodista investigador Santiago Camacho, autor del libro ‘20 grandes conspiraciones de la Historia’; y ‘La ciencia del terror. El Manual de interrogatorios de la CIA’. Es reciente la información sobre las investigaciones que hacen con los presos en la base de Guantánamo, Cuba.
En menor gravedad, en la época de los hippies, tenían acceso a la droga LSD. Al parecer, se buscaba distraer a los jóvenes en una vida banal, para evitar sus expresiones de rebeldía e inconformidad. Fuera del propósito político del espionaje y el contraespionaje, el control de la voluntad se buscó siempre, especialmente para fines de guerra y dominación.
Tribus rusas del pasado remoto alimentaban a los renos con una sustancia alucinógena; y en la víspera de la batalla los combatientes ingerían la orina del animal. “La ferocidad de los guerreros vikingos también dependía, en gran medida, de la ingestación de la orina de ciervo,” sostiene el periodista Camacho, quien recuerda que los guerreros incas usaban hoja de coca.
Actualmente, en nuestro Ecuador escuchamos casos de personas que, al recibir un papel o beber algo, acuden al banco, retiran dinero y lo entregan al delincuente. ¿Estos hechos comportan control de la voluntad?
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