Por: Aurelio Pedroso (La Habana) | |
Como quiera que en las últimas semanas la isla se ha visto envuelta en un grupo de cambios con innumerables adjetivos, son estos los que han ocupado los principales intereses de la prensa extranjera radicada en ella. Obvia determinación por su valor noticioso e interpretativo de cara al futuro. Pero en Cuba hay ahora mismo un problema bastante delicado que no se puede solucionar a golpe de un listado precios, más tierras o teléfonos celulares, por ejemplo. Los principales objetivos destructivos de esta pandemia, que ha ido aumentado su calibre en los últimos años, son los teléfonos públicos, los nuevos autobuses chinos para el transporte capitalino, monumentos, contenedores de basura, luminarias, señales de tránsito, y torres de electricidad por mencionar sólo algunas. Pirañas sobre dos pies que arrasan con cuanto se les ponga por delante. Y algo peor aún, la inseguridad ciudadana al asistir a una fiesta, un bailable público o espectáculo deportivo. Notables faltas de educación, respeto y hasta morales comienzan a echar raíces y facilitar el “miedo ambiente”. Quienes deben dirigir el país están más que concientes del peligro que esto entraña y la guerra ha comenzado junto con los cambios que todos conocemos y los que pretendemos adivinar para las próximas semanas. Por ello no debe sorprender una sanción tan elevada de privación de libertad para quien lance una piedra sobre el cristal delantero de un autobús recién adquirido y la noticia corra por varios medios de prensa. Esto, como reza una vieja sentencia jurídica, para desalentar a otros. El fondo, son muchos los implicados. Desde la escuela, la familia y, al final, la sociedad. Ninguno ha jugado su papel. Ya está en marcha un plan multidisciplinario perfectamente elaborado. Esperemos que al final la ciudadanía pueda disfrutar de algo mejor que un DVD o un cómodo celular, y que no es otra cosa que la tranquilidad de una sociedad que comienza a reformarse. |
18/4/08
Cuba: un problema más serio de lo que muchos suponen
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