5/4/08

Cuba desde la mirada de Jano

Por: Enrique Soldevilla

En la mitología romana Jano era el dios de los cambios y las transiciones, a la vez que el protector del pasado y el garante del porvenir. La analogía con esa función de Jano puede establecerse para interpretar los desafíos que enfrenta el liderazgo histórico de la revolución cubana en el nuevo contexto de cambios que ahora transcurren en la mayor de las Antillas.

No es la primera vez que el gobierno emprende cambios, pero éstos han sido motivados por causas diferentes. Por ejemplo, las reformas jurídico-económicas de los ‘90 (emprendidas 15 años atrás) fueron originadas por una causa externa que determinó una estrategia logística (1) ante la desaparición del privilegiado intercambio económico con la URSS y el campo socialista. En aquel momento existía un Fidel saludable, plenamente activo, y el factor tiempo, en tanto cronos generacional no era todavía un motivo de previsión, entre otras razones porque el pasmo provocado por el derrumbe de un mundo bipolar y la urgencia de reinsertarse en el mercado internacional relegaron a un plano posterior el asunto de la finitud del liderazgo histórico de la revolución cubana.

Hoy, a diferencia de los años ‘90, las transformaciones que están teniendo lugar se deben a causas internas: cambio de la percepción generacional sobre el modelo socioeconómico heredado del propio socialismo; voluntad migratoria entre la población joven debido a la falta de perspectivas de satisfacción de las necesidades materiales inmediatas; baja tasa de natalidad; ausencia de responsabilidad ante el trabajo por el deteriorado poder adquisitivo del peso y por la dualidad monetaria y de mercado. Ya no hay asombro, sino necesidad de reorganización del sistema para hacerlo económicamente más eficiente y más participativo. Ahora el asunto de la finitud del liderazgo fundacional ha pasado a un primer plano, y sí constituye un motivo de previsión a partir del impacto psicológico del retiro de Fidel Castro por razones de salud.


En ambos momentos críticos del proceso cubano el objetivo gubernamental ha sido el mismo: preservar lo que se valora como conquistas de su proyecto para evitar un regreso a la situación política y social que lo originó en 1953, y evolucionar superando el modelo de democracia que persiste como marco de gestión política en la América Latina de nuestros días.


Desde la hospitalización de Fidel Castro los analistas de asuntos cubanos, entre otras cuestiones, se reiteran esta pregunta: ¿Pudiera esta vez el gobierno lograr el objetivo de renovar la adhesión político-afectiva que garantice la continuidad esencial del proyecto socialista a mediano plazo?


Una respuesta afirmativa dependerá de la naturaleza y del alcance de las transformaciones, hechos que están en conjunción con las reservas morales de la sociedad; dependerá también de la celeridad con que sean establecidas las nuevas disposiciones y de la secuencia de las mismas, así como del entramado de voluntades o precondiciones óptimas, en tres aspectos:


1- El reconocimiento, por parte de los actores internos y externos, de que la revolución cubana es capaz de evolucionar legítimamente hacia un socialismo simpático en la percepción de sus ciudadanos, del mismo modo que el capitalismo ha solucionado históricamente sus crisis cíclicas sin desnaturalizar la condición socioeconómica de ese sistema.

2- Evitar, por parte del Estado cubano, el retardo de la mayoría de los cambios internos justificándolo con la hostilidad política de los Estados Unidos hacia el gobierno de la isla, pues no todas las modificaciones posibles tienen que ver con la relación bilateral con Washington.

3- No repetir el diseño que en los ‘90 fue implementado en la esfera económica -diseño disfuncional por impedir la integración de los productores y prestatarios de servicios a la macroeconomía nacional-, y entender que esta nueva etapa ofrece la oportunidad de encarar las transformaciones con una visión sistémica que se convierta en base de sustentación a largo plazo. Esto implica además la necesidad de eliminar modelos anteriores que limitan la existencia de actores económicos no estatales.

Los interesados en los asuntos cubanos encontrarán otra variable ineludible para la comprensión: la simbiosis entre el gobierno norteamericano y un sector del exilio histórico, basada en el clientelismo político-electoral floridano, que obstaculiza cualquier posibilidad de diálogo y cooperación entre ambos Estados. Esta dinámica, única en las relaciones internacionales contemporáneas, se sustenta en intereses económicos vinculados a subsidios federales a diversos programas dirigidos a desestabilizar para destruir al régimen comunista de La Habana, y han sido varios los escándalos de fraude y corrupción en el manejo de esas finanzas. En consecuencia, superar esta simbiosis que favorece a unos pocos y perjudica a muchos, es un tema pendiente en la agenda de una transición política de la emigración popular cubana en los Estados Unidos, y un reto para las estrategias internas por parte del gobierno de la isla.

Cuando se analiza un proceso en pleno transcurso cualquier aseveración es tentativa. Y aunque sería prematuro responder afirmativamente a la pregunta antes planteada, la aceptación popular de los primeros cambios realizados bajo el mandato de Raúl Castro, el pensamiento social expresado en los debates que finalizaron a fines del 2007 y las opiniones manifestadas en el VII Congreso de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba, constituyen señales de apoyo a los términos y condiciones de las reformas del proyecto sociopolítico cubano.

(1) Ver: Soldevilla, E. Transición y estrategias logísticas en la revolución cubana (El blog de Elgentleman 25-01-2007).

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