16/3/08


Un día Abelardo fue a cazar osos. Al encontrarse con un pequeño oso de color marrón, le disparó. Entonces sintió un golpecito sobre su hombro y, al darse la vuelta, vio un gran oso negro que le dijo: “Tienes dos opciones: o te doy zarpazos hasta la muerte o dejas que copule contigo.” Abelardo decidió agacharse.

Aunque se sintió adolorido dos semanas, rápidamente se recuperó; juró venganza e inició otro viaje para encontrar al oso negro.

Cuando por fin lo encontró, le disparó. Entonces sintió de nuevo otro golpecito en el hombro. Esta vez era un enorme oso gris, más grande aún que el oso negro, que le habló y le dijo: “Lo que has hecho te va a doler, pero tienes dos opciones: o te doy zarpazos hasta la muerte o dejas que copule contigo.”

Nuevamente, Abelardo se agachó.

Pasaron muchos meses hasta que Abelardo logró recuperarse del todo. Ultrajado, se dirigió de nuevo al bosque con una sola meta: ¡venganza! Cuando logró encontrar al oso gris, apuntó, disparó y...... de nuevo sintió un golpecito en el hombro. Cuando Abelardo se giró, vio a un gigantesco oso polar que, mirándolo fijamente, le dijo: “Admítelo, Abelardo. Tú no vienes a cazar.”

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