La Habana, Cuba. Si el poblado habanero de Bainoa es famoso en el archipiélago cubano por registrar bajas temperaturas durante el invierno, su vecino Caraballo adquiere celebridad nacional por la alianza atípica entre óvulos y espermatozoides.
De esa aleación furtiva de la Naturaleza surgieron más de un centenar de parejas de gemelos en los últimos 90 años, para asombro de los forasteros de paso por este Consejo Popular del habanero municipio de Jaruco ubicado a unos 47 kilómetros al Este de la capital cubana.
En un segmento urbanístico de unos doscientos metros cuadrados conviven 16 parejas de jimaguas, cuyas edades oscilan entre los tres meses y los 80 años de vida. Esta congregación casual pudiera ser un record Guinnes, pensé mientras fotografiaba los rostros idénticos; unos lozanos, y otros agrietados por el paso irreversible del tiempo.
Algunos vecinos de este bucólico pueblo de la provincia de La Habana afirman que el misterio que acompaña a los embarazos gemelares tiene que ver con el agua del manantial, el polvo que emana la vieja carpintería, o los aires de fertilidad que alborotan a juventud en la primavera.
La investigación desarrollada el pasado año por expertos del Centro Nacional de Genética Médica arrojó que en Cuba existen 115 000 parejas de gemelos, de las cuales, el 35 por ciento comparten el ciento por ciento de la información genética.
Junto a Suecia y Dinamarca, el Registro Gemelar de la Isla presentado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica entre los mayores del mundo, con la particularidad de hallar mellizos de hasta 108 años de edad.
Ahora, un grupo multidisciplinario estudiará qué sucede en la campestre localidad de Caraballo, donde en una cuadra comparten los encantos del alba y del ocaso 16 duplas de seres humanos genéticamente idénticos.
A lo mejor es un posible record Guinnes.
De esa aleación furtiva de la Naturaleza surgieron más de un centenar de parejas de gemelos en los últimos 90 años, para asombro de los forasteros de paso por este Consejo Popular del habanero municipio de Jaruco ubicado a unos 47 kilómetros al Este de la capital cubana.
En un segmento urbanístico de unos doscientos metros cuadrados conviven 16 parejas de jimaguas, cuyas edades oscilan entre los tres meses y los 80 años de vida. Esta congregación casual pudiera ser un record Guinnes, pensé mientras fotografiaba los rostros idénticos; unos lozanos, y otros agrietados por el paso irreversible del tiempo.
Algunos vecinos de este bucólico pueblo de la provincia de La Habana afirman que el misterio que acompaña a los embarazos gemelares tiene que ver con el agua del manantial, el polvo que emana la vieja carpintería, o los aires de fertilidad que alborotan a juventud en la primavera.
La investigación desarrollada el pasado año por expertos del Centro Nacional de Genética Médica arrojó que en Cuba existen 115 000 parejas de gemelos, de las cuales, el 35 por ciento comparten el ciento por ciento de la información genética.
Junto a Suecia y Dinamarca, el Registro Gemelar de la Isla presentado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica entre los mayores del mundo, con la particularidad de hallar mellizos de hasta 108 años de edad.
Ahora, un grupo multidisciplinario estudiará qué sucede en la campestre localidad de Caraballo, donde en una cuadra comparten los encantos del alba y del ocaso 16 duplas de seres humanos genéticamente idénticos.
A lo mejor es un posible record Guinnes.
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