Llega un cubano avispado a entrevistarse con el dueño de un teatro y le propone un guión soberbio: un "mano a mano" entre Julio Iglesias y Frank Sinatra. Firman contrato. Noche inaugural. Teatro repleto. A punto de comenzar la función sale el cubano al escenario y le explica al público que no hay ninguna función, que él tuvo que acudir a esa desagradable farsa porque vivía una situación desesperada con su anciana madre paralítica, su mujer infartada y su pequeña hijita de tres años, con epilepsia. Desde el público conmovido se escuchó una voz que dijo:
-- Bueno señores, vamos a regalarle a este pobre infeliz el dinero de cada entrada, ¿o es que aquí no hay compasión ni humanidad?
Y mientras la gente se iba retirando, afligida, dice el cubano con voz llorosa: “Y recuerden que mañana hay matinée".
-- Bueno señores, vamos a regalarle a este pobre infeliz el dinero de cada entrada, ¿o es que aquí no hay compasión ni humanidad?
Y mientras la gente se iba retirando, afligida, dice el cubano con voz llorosa: “Y recuerden que mañana hay matinée".
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