10/2/07

Reivindican a escritores críticos del gobierno de Cuba

Así reseñó el diario mexicano La Jornada la mención a escritores hasta ahora "inmencionables":

La Habana, 9 de febrero. Frente al presidente interino Raúl Castro, el poeta César López rasgó el manto de silencio que cubre aquí la memoria de escritores cubanos críticos del gobierno, al reivindicar como afluentes de la cultura nacional, entre otros, a Guillermo Cabrera Infante, Heberto Padilla, Reynaldo Arenas y Jesús Díaz, todos fallecidos.
También ensayista y crítico, traductor de Lawrence Durrell y Yannis Ritzos, César López (1933) habló en la noche del jueves en la ceremonia de apertura de la décimo sexta Feria Internacional del Libro de La Habana, la cual está dedicada, como es habitual, a algún autor cubano, en este caso al propio poeta y al historiador Eduardo Torres Cuevas.
Con traje civil informal, Raúl Castro encabezó el acto, prolongando así la tradición que forjó su hermano, Fidel Castro, de asistir invariablemente al arranque de una feria como ésta, de arraigo popular.
Por una cultura incluyente
Con voz pausada y gutural, en una búsqueda de puentes en la historia y la creación artística, López desgranó en su discurso la defensa de una cultura incluyente, ''donde el libro señorea sin exclusiones de ningún tipo". La feria ''está dedicada a todos los creadores cubanos, pues Cuba, isla o archipiélago poéticos, comienza su consolidación desde el territorio para llegar a ser nación y finalmente alcanzar la alta categoría de patria, todo ello con la poesía.
''Los poetas han sostenido nuestra nación" ­agregó López­. Y al decir poetas incluimos a los narradores, pensadores, historiadores, economistas, músicos, danzantes, pintores y escultores. Hombres y mujeres de buena voluntad que nos han construido el hogar, la casa, la ciudad, la patria.
''Por eso la ampliación, que más que generosa ha de resultar histórica, quiere abarcar a todos los cubanos, para que esta décimo sexta feria del libro sea total y así supere cualquier limitación que en el transcurso de los años pueda haber mostrado, soportado y sufrido nuestra cultura.''
Para ponerle nombre y apellido al esfuerzo conciliatorio, López se arriesgó a citar autores señeros de las letras cubanas, desde Heredia y Martí hasta Carpentier; de Cirilo Villaverde a Julián del Casal; de Guillén a Dulce María Loynaz. Y así, al avanzar la reseña del siglo XX citó: ''José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Gastón Baquero, Rolando Escardó, Samuel Feijoó, Dora Alonso, Roberto Branly, Fayad Jamís, Heberto Padilla, Luis Suardíaz".
Avanzó en el tiempo para añadir: ''Andan entre nosotros las letras de Benítez Rojo, Cabrera Infante, Reynaldo Arenas, Severo Sarduy, Miguel Collazo, Jorge Luis Hernández, Jesús Díaz".
Aunque la recordación queda por ahora sólo en el repaso al panteón literario, tiene la carga simbólica de irrumpir precisamente cuando está en curso una intensa polémica sobre el quinquenio gris (1971-1976), una época de censura y discriminación en la cultura cubana, cuyo recuerdo ha concitado una repulsa unánime en el mundo intelectual y las garantías del gobierno de que no habrá una restauración de esa política.
El discurso de López frente a Raúl Castro, el ministro de Cultura Abel Prieto y otros dirigentes del Partido Comunista, pareció afianzar esas conclusiones, pero avanzó un paso al nombrar en un acto oficial a quienes han sido innombrables durante décadas, tras cruzar el umbral de la crítica al gobierno.
Prieto se refirió al discurso del poeta como ''enormemente ecuménico".
De lugar oprobioso a recinto ferial
César López tuvo todavía palabras para aludir al pasado del recinto ferial, el fuerte de La Cabaña (baluarte militar desde la Colonia, prisión después del triunfo de la revolución de 1959), como ''lugar bélico y oprobioso, donde el poeta, la poesía, fueran humillados", pero que con la feria sufre una especie de exorcismo definitivo.
Cabrera, Padilla, Arenas y Díaz murieron en el exilio, en confrontación con el gobierno de Fidel Castro e ignorados aquí por las autoridades.
Después del triunfo de la revolución, Cabrera Infante (1929-2005) fue subdirector del diario Revolución y dirigió el semanario cultural Lunes de Revolución, que fue clausurado en 1961. Trabajó como diplomático cubano en Bélgica y en 1964 obtuvo el Premio Seix Barral con su novela Tres tristes tigres. Un año más tarde rompió con el gobierno y se radicó en Londres. El mismo dispuso que su obra no fuera publicada en la isla. Fue Premio Cervantes en 1997.
Padilla (1932-2000) obtuvo en Cuba un premio con su poemario Fuera de juego (1968), que sin embargo fue descalificado oficialmente como ''contrarrevolucionario". Tras un mes de prisión, hizo un discurso autoinculpatorio ante una asamblea de escritores y vivió marginado hasta que salió al exilio, en 1980. Su caso conmocionó a decenas de intelectuales en el mundo, que firmaron manifiestos de protesta.
Arenas (1943-1990) padeció hostilidad policiaca y prisión por ser homosexual. Se fue a Estados Unidos en la emigración masiva de 1980 desde el puerto de Mariel y escribió el relato testimonial Antes que anochezca.
Díaz (1941-2002) pasó de la ortodoxia comunista a la disidencia radical. Profesor universitario, director de la prestigiada revista Pensamiento Crítico y funcionario del instituto de cine, rompió con el gobierno en los años 90. Publicó las novelas Los años duros y Las iniciales de la tierra. Al morir dirigía una asociación editora de la revista impresa y digital Encuentro de la cultura cubana.

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