Suena el teléfono a las 3 de la madrugada.
-Aló, ¿Doctor? Habla Arístides, el capataz de su hacienda.
-Hola Arístides, ¿pasó alguna cosa grave?
-No, nada serio Doctor, sólo quería avisarle que su lorito se murió.
-¿Mi lorito? ¿Aquel que gané en el concurso el mes pasado?
-Si patrón, ese mismo.
-¡Coño, qué lástima! Yo que había pagado una pequeña fortuna por él.
-Pero... ¿de qué murió?
-Comió carne podrida.
-¿Carne podrida? ¿Y quién le dio carne podrida?
-Nadie Doctor, él se la comió de uno de los caballos que estaban muertos.
-¿Caballos? ¿Qué caballos?
-Dos de sus caballos pura sangre. Los pobres se murieron de cansancio, por tener que halar agua de la cisterna.
-¿Y por qué halaban agua de la cisterna?
-Para apagar el fuego.
-¿Fuego, qué fuego? ¿Dónde?
-En su casa patrón...una vela se cayó debajo de una cortina y prendió fuego a la casa.
-¿Vela? Pero... ¿quién encendió una vela en mi casa si tiene electricidad?
-Fue una de las velas usadas en el velorio.
-¿Velorio? ¿Cuál velorio?
-El velorio de su mamá, patroncito. Ella llegó en la madrugada sin avisar y yo le metí un balazo pensando que era un ladrón.
-¡Noooooooooooooooooooooooooooooooo! ¡No puede ser!
-¡Ya, ya, patrón, no exagere! ¡No arme tanto escándalo por un lorito de mierda!
18/2/07
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