Aquí una reseña de la repercusión interna del discurso de Raúl Castro, según Mauricio Vicent, del diario madrileño Elpaís.com. Fresquecita.
Este 31 de julio, al cumplirse un año justo de la proclama en la que Fidel Castro delegó por primera vez todos sus poderes, no pocos cubanos y analistas extranjeros esperaban un mensaje político del líder comunista, algo que arrojara un poco de luz sobre su enfermedad y si la cesión "provisional" de sus cargos se convertirá formalmente en definitiva. No fue así.
El diario Granma publicó ayer una nueva reflexión del comandante, pero su objetivo fue valorar los recién concluidos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en los que Cuba quedó en segundo lugar, tras Estados Unidos. Con su habitual estilo y su afición a los porcentajes, Castro comparó el promedio de medallas de oro por habitante obtenido por ambos países y llegó a la conclusión de que su país fue el vencedor. Mientras, en la calle, las repercusiones del discurso autocrítico pronunciado el 26 de julio por Raúl Castro seguían marcando el centro político.
En Cuba no hay encuestas Gallup, pero funciona con eficiencia la famosa Opinión del Pueblo, un discreto sistema para pulsar el sentir de la calle. Todos los días, las miles de personas que forman parte de este singular termómetro de la revolución recogen las opiniones y criterios vertidos espontáneamente por sus compatriotas en la calle. No hay preguntas de por medio ni identificación, por lo que es bastante fiable y sistemáticamente esta información sirve de base para guiar al Gobierno.
En apariencia, el discurso de Raúl el 26 de julio mayoritariamente gustó a los cubanos. En decenas de entrevistas, las reacciones recogidas por este diario en los últimos días -que coinciden con las obtenidas por otros observadores extranjeros y seguramente por los activistas de la Opinión del Pueblo- arrojan que:
-Para la mayoría, el discurso fue importante. El jefe del Ejército tocó los problemas principales que angustian a la gente, admitió que las dificultades eran "estructurales" y anunció cambios "de concepto" para reactivar la agricultura y otros sectores productivos. "Por primera vez se ha tocado todo completico, sin vaselina, admitiendo que el problema es general", era el resumen de Roberto Díaz, un jubilado de 72 años.
-Después de un año de aparente inmovilismo, ahora hay esperanzas de que algo empiece a cambiar, aunque sea lentamente. Hay consciencia de que las transformaciones que hará Raúl serán "graduales". No son pocos los que creen que mientras Fidel "esté ahí", aunque "no mande", Raúl no podrá hacer muchos cambios que quisiera en la línea de abrir la economía, y que sus reformas han de ser casi "invisibles". "Es como en una casa: el padre enfermó y el hijo toma las riendas, pero no puede hacer arreglos arquitectónicos de envergadura por respeto", admite un funcionario.
-La ausencia de Fidel el 26 de julio indica que no puede reasumir sus cargos. Hay consenso en que Raúl es el presidente y que su estilo es diferente del de su hermano.
-Después de años de sacrificios, hay mucha gente descreída que sólo vio en el discurso de Raúl "un poco más de realismo", pero "nada nuevo". Según los escépticos, sigue habiendo gran desconexión entre las urgencias y demandas de la sociedad y el discurso político, que va muy por detrás de los cambios que se necesitan. Es el criterio que sostienen los opositores más duros, como Marta Beatriz Roque o Vladimiro Roca. Otros, como el economista Óscar Espinosa Chepe, sostienen que Raúl "cruzó el Rubicón", y que ahora hay que comprobar el verdadero alcance de los cambios.
Si la Opinión del Pueblo es indicativa del pulso político cubano, también lo es Granma. Ayer, su primera página estaba dedicada enteramente a un acto político en el que Raúl Castro participó en la ciudad de Santiago. En la página 7, sección de deportes, entre cifras y promedios Fidel recordaba en su reflexión la educación, la salud y el deporte gratuitos como logros más significativos de la revolución, y como principal "éxito" la "capacidad de resistir casi medio siglo de bloqueo y privaciones". En la calle, la gente seguía su complicada vida diaria. Pero quizás, después del 26 de julio, con algo más de esperanza. Tampoco excesiva.
Este 31 de julio, al cumplirse un año justo de la proclama en la que Fidel Castro delegó por primera vez todos sus poderes, no pocos cubanos y analistas extranjeros esperaban un mensaje político del líder comunista, algo que arrojara un poco de luz sobre su enfermedad y si la cesión "provisional" de sus cargos se convertirá formalmente en definitiva. No fue así.
El diario Granma publicó ayer una nueva reflexión del comandante, pero su objetivo fue valorar los recién concluidos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en los que Cuba quedó en segundo lugar, tras Estados Unidos. Con su habitual estilo y su afición a los porcentajes, Castro comparó el promedio de medallas de oro por habitante obtenido por ambos países y llegó a la conclusión de que su país fue el vencedor. Mientras, en la calle, las repercusiones del discurso autocrítico pronunciado el 26 de julio por Raúl Castro seguían marcando el centro político.
En Cuba no hay encuestas Gallup, pero funciona con eficiencia la famosa Opinión del Pueblo, un discreto sistema para pulsar el sentir de la calle. Todos los días, las miles de personas que forman parte de este singular termómetro de la revolución recogen las opiniones y criterios vertidos espontáneamente por sus compatriotas en la calle. No hay preguntas de por medio ni identificación, por lo que es bastante fiable y sistemáticamente esta información sirve de base para guiar al Gobierno.
En apariencia, el discurso de Raúl el 26 de julio mayoritariamente gustó a los cubanos. En decenas de entrevistas, las reacciones recogidas por este diario en los últimos días -que coinciden con las obtenidas por otros observadores extranjeros y seguramente por los activistas de la Opinión del Pueblo- arrojan que:
-Para la mayoría, el discurso fue importante. El jefe del Ejército tocó los problemas principales que angustian a la gente, admitió que las dificultades eran "estructurales" y anunció cambios "de concepto" para reactivar la agricultura y otros sectores productivos. "Por primera vez se ha tocado todo completico, sin vaselina, admitiendo que el problema es general", era el resumen de Roberto Díaz, un jubilado de 72 años.
-Después de un año de aparente inmovilismo, ahora hay esperanzas de que algo empiece a cambiar, aunque sea lentamente. Hay consciencia de que las transformaciones que hará Raúl serán "graduales". No son pocos los que creen que mientras Fidel "esté ahí", aunque "no mande", Raúl no podrá hacer muchos cambios que quisiera en la línea de abrir la economía, y que sus reformas han de ser casi "invisibles". "Es como en una casa: el padre enfermó y el hijo toma las riendas, pero no puede hacer arreglos arquitectónicos de envergadura por respeto", admite un funcionario.
-La ausencia de Fidel el 26 de julio indica que no puede reasumir sus cargos. Hay consenso en que Raúl es el presidente y que su estilo es diferente del de su hermano.
-Después de años de sacrificios, hay mucha gente descreída que sólo vio en el discurso de Raúl "un poco más de realismo", pero "nada nuevo". Según los escépticos, sigue habiendo gran desconexión entre las urgencias y demandas de la sociedad y el discurso político, que va muy por detrás de los cambios que se necesitan. Es el criterio que sostienen los opositores más duros, como Marta Beatriz Roque o Vladimiro Roca. Otros, como el economista Óscar Espinosa Chepe, sostienen que Raúl "cruzó el Rubicón", y que ahora hay que comprobar el verdadero alcance de los cambios.
Si la Opinión del Pueblo es indicativa del pulso político cubano, también lo es Granma. Ayer, su primera página estaba dedicada enteramente a un acto político en el que Raúl Castro participó en la ciudad de Santiago. En la página 7, sección de deportes, entre cifras y promedios Fidel recordaba en su reflexión la educación, la salud y el deporte gratuitos como logros más significativos de la revolución, y como principal "éxito" la "capacidad de resistir casi medio siglo de bloqueo y privaciones". En la calle, la gente seguía su complicada vida diaria. Pero quizás, después del 26 de julio, con algo más de esperanza. Tampoco excesiva.
2 comentarios:
Me parece bastante objetivo el comentario. Interesante.
"Es como en una casa: el padre enfermó y el hijo toma las riendas, pero no puede hacer arreglos arquitectónicos de envergadura por respeto"
Espero que sea eso y que los cambios lleguen pronto. Cuba se lo merece.
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